Capítulo VI. La individualidad humana.

Enelace al capítulo aquí. La representación no es otra cosa que una intuición relacionada a una determinada percepción; un concepto que en su momento estuvo vinculado a una percepción y cuya relación con dicha percepción se ha conservado viva en mí.

  • Como percepción y concepto se nos presenta la realidad.
  • Como representación, la imagen subjetiva de esta realidad.

La representación es, por lo tanto, una percepción subjetiva en contraste con la percepción objetiva ante la presencia del objeto en el campo de la percepción.

Así pues la percepción, el concepto y la representación son los elementos de nuestra cognición. Pero además, de la representación como elemento subjetivo relacionado con el lugar y la época en la que vivimos, nuestra organización personal, como unidad especial totalmente determinada, une sentimientos específicos a nuestras percepciones. Es lo que nos queda como resto después de considerar todos los factores determinantes (cuantitativos) de nuestro medio.

El sentir nos recoge en la intimidad de nuestro ser, nos convierte en individuos. Mi vida de sentimientos sólo adquiere valor para los demás si, el sentir, como percepción de mí mismo, se une a un concepto, y de esta manera se incorpora al cosmos. Será un verdadera individualidad quien llegue con sus sentimientos lo más alto posible a la región de lo ideal.

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